Así como la respiración es una función que hace al recambio de la energía en el cuerpo humano, la meditación es una herramienta poderosísima, con la que venimos muñidos, para aquietar la agitación mental, incrementar la creatividad, estimular el discernimiento, y la serenidad.
Extracto del libro «Ayurveda y Meditación» escrito por la Lic. Rosana Molho y el Dr. Jorge Luis Berra, publicado en la revista Uno Mismo (junio 2012)
Lo que nosotros llamamos meditación, es en realidad una técnica para poder producir el «estado meditativo», que con seguridad ya lo hemos experimentado todos.
Voy a mencionar algunas circunstancias en que es posible que hayamos vivido un estado meditativo, aún sin haber tenido el aprendizaje específico de alguna técnica de meditación. Será la mejor forma de aproximarnos en el recuerdo a esta experiencia.
En todo momento, en que la fuerza de la creatividad nos atravesó, sea que fuimos impulsados a crear, o a construir algo nuevo. Cuando nos sentimos detenidos en el tiempo en la contemplación de la inmensidad, en una puesta de sol, ante un cielo radiante de estrellas y cuerpos celestes. Cuando la belleza de la Naturaleza nos roba el aliento, y quedamos extasiados ante las alturas imponentes de un cordón montañoso, los colores profundos del mar, la caída impetuosa del agua etc. Cuando la visión de un gesto especial y único en una persona nos hizo de pronto sentir confianza y calor. Cuando un relato maravilloso nos conmovió y nos llevó a tener la certeza de un mundo mejor.
Cuando todo esto ocurrió y se transformó algo en nuestro interior, se produjo un movimiento. Esos momentos produjeron cambios positivos en nuestras vidas, que pudieron reflejarse en nuevas decisiones o en un sentimiento profundo de serenidad, claridad y fuerza.
Quiero decir entonces que la meditación es inherente a la condición humana.
Así como la respiración es una función que hace al recambio de la energía en el cuerpo humano, la meditación es una herramienta poderosísima, con la que venimos muñidos, para aquietar la agitación mental, incrementar la creatividad, estimular el discernimiento, y la serenidad.
Si tuviésemos que describir momentos opuestos a los estados meditativos recién descriptos, mencionaríamos toda situación que nos llevó a la confusión y a bajar los niveles de confianza personal. Las situaciones traumáticas, que no han podido ser metabolizadas, asimiladas a la realidad personal, y que han dejado zonas personales devastadas, con un alto contenido destructivo. Todos podemos reconocer en nosotros mismos «zonas personales devastadas, con un alto contenido destructivo». La meditación, en cambio, actúa como una experiencia reforzadora de la salud, de la estima personal y del bienestar.
En el campo de la biología, se están encontrando enzimas, hormonas, y neurotransmisores, que parecen ser protectores de las células y de su vitalidad, y otras que llevan a la apoptosis y a la necrosis celular, es decir a su destrucción produciendo cánceres y otras enfermedades degenerativas. Es el correlato en el cuerpo de experiencias que afectan directamente en el campo emocional y mental.
A través de la práctica de la meditación, nos situamos frente a la realidad desde un lugar personal central. Allí, en esta dimensión, con la perspectiva propia de quien deja de estar arrollado por sus circunstancias, se visualiza un mundo lleno de posibilidades nuevas. Es el espacio necesario e indispensable para que cada persona se desarrolle en un sentido único, creativo y satisfactorio para su vida, y pueda así brindar lo mejor de sí misma para los demás.
Paramahamsa Yogananda, un gran Maestro hindú que realizó una obra maravillosa de difusión de las enseñanzas vedánticas en Occidente, en el siglo XX, nos dice al respecto: «Descubres que aunque no lo sabías, ha existido desde siempre en tu interior algo verdaderamente grandioso».
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